¿Estamos dispuestos a sacrificar la conexión con la naturaleza y las habilidades tradicionales en aras de la conveniencia tecnológica?
En lo más espeso del monte, Paco se deslizaba con su rifle de última generación, más cargado de gadgets que un agente secreto en misión. Con una cámara de visión térmica en una mano y un visor de alta tecnología sobre su arma, parecía más un guerrero espacial explorando un nuevo planeta que un cazador buscando su presa.
De repente, como si San Huberto hubiera decidido colaborar en su hazaña, la imagen de un “venao” majestuoso apareció en la pantalla LED de última generación y sistema HDM, brillando como una estrella en medio de la oscuridad. Rápidamente, el “térmico” se comunicó con el rifle que a su vez envió la informacion a su smartphone, que, como un asistente personal hiperactivo, comenzó a lanzar una avalancha de información sobre el animal que había localizado con tanto esfuerzo.
¿Qué clase de trofeo era? ¿Qué puntuación CIC daría? ¿Cuál era el ángulo perfecto para disparar? ¿Debería tomar el control o dejar que la tecnología lo hiciera por él? Paco se quedó pensativo, y finalmente tras lanzar un suspiro, decidió dejar que el SPI (Sistema de puntería integral) se encargara de todo, al fin y al cabo, ¿quién era él para desafiar a la omnipotencia de la tecnología moderna? Un leve toque en el gatillo y… ¡bam! La aplicación le mostró la ubicación exacta de su presa y trazó una ruta turística para llegar hasta ella. Por supuesto le inquirió sobre si quería compartir “el lance” en sus redes sociales inmediatamente o más tarde.
Mientras seguía la ruta predefinida en su teléfono, Paco no pudo evitar preguntarse si la caza se estaba convirtiendo en una especie de realidad pseudo virtual, donde la única habilidad requerida era la capacidad de apretar el gatillo. ¿Dónde había quedado la emoción de la caza, la conexión con la naturaleza, la aventura? Pero, supuso Paco, mientras hubiera una aplicación para eso, ¿por qué molestarse en preocuparse?
Y así, con su trofeo en una mano y su teléfono en la otra, Paco salió del monte.
Toda esta tecnología existe, se está comercializando en la actualidad y es evidente que ha llegado para quedarse en el mundo de la caza. Sus avances son imparables y su integración en la práctica cinegética parece inevitable. Con costes de producción a la baja y una rápida expansión en el horizonte, es cuestión de tiempo que los sistemas de puntería electrónica se vuelvan tan comunes como las mochilas de camuflaje.
Sin embargo, esta realidad plantea desafíos importantes para la comunidad cazadora. ¿Estamos dispuestos a sacrificar la conexión con la naturaleza y las habilidades tradicionales en aras de la conveniencia tecnológica? ¿O podemos encontrar un equilibrio entre el progreso y la preservación de la esencia misma de la caza?
Mientras nos embarcamos en este viaje hacia un futuro cada vez más tecnológico, es crucial que reflexionemos sobre cómo queremos que sea nuestra relación con la tecnología. ¿Queremos que sea una herramienta que enriquezca y mejore nuestra experiencia, o queremos que sea el protagonista, relegando nuestras habilidades y nuestra conexión con la naturaleza a un segundo plano?
La respuesta a estas preguntas, como siempre, yace en nuestras manos.
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