Hace apenas unos días, entre risas, lances y anécdotas, compartíamos con nuestro querido Manolo Marín una jornada inolvidable en la montería de El Rebollo. Cómo imaginar entonces que aquel sería su último trofeo, su última lección de camaradería, y la última vez que disfrutaríamos de su inconfundible sonrisa entre nuestros queridos pinares.
El pasado 15 de diciembre, Manuel partió hacia las mas altas sierras, dejando tras de sí un legado de amistad sincera, generosidad sin límites y amor incondicional por la caza. Era, en pocas palabras, un caballero de los de antes, un alma grande que encontraba en el monte la mejor versión de sí mismo.
Hoy, quienes tuvimos la fortuna de cazar a su lado nos quedamos con el vacío de su ausencia, pero también con el privilegio de haber conocido a un hombre que vivió con pasión, que se entregó a su familia, a sus amigos y a esta noble tradición.
Desde el Club Tierra de Caza, nuestro homenaje más sentido. Descansa en paz, querido Manuel. Que las estrellas iluminen tu camino y los ecos de los montes sean tu eterna compañía.
“La vida, como la caza, tiene sus lances. Y tú, Manuel, viviste los tuyos con honor.”